Francisco Paco Maroto es probablemente el jugador segoviano con más talento para la creación de fútbol que da Segovia a lo largo de su historia. Con una presencia imponente en el centro del campo, capacidad para distribuir el balón al primer toque y encontrar casi siempre al jugador en mejor posición, Maroto es un integrante de lujo para la medular del #OncePerfectoSego. Al talento innato del segoviano hay que añadirle un carácter muy particular que le hace tener tantos admiradores como detractores mientras dura su carrera como futbolista. Maroto, que se retira relativamente joven, triunfa en la Gimnástica plenamente, pero deja en los aficionados la sensación de estar ante un futbolista con un potencial mayor del demostrado en sus años en activo. Acusado de forzar tarjetas amarillas para no acudir a determinados desplazamientos y de no cuidarse lo suficiente, lo cierto es que realiza grandes partidos con la Gimnástica y es partícipe de dos ascensos del club, uno como jugador, y otro como entrenador. «Sobre mí se han dicho muchas verdades y también mentiras. No es cierto que saliera antes de los partidos. En toda mi carrera fui a dos bodas antes de jugar, nunca salía antes de un partido», cuenta Maroto en el libro Gimnástica Segoviana. Una historia de supervivencia, del periodista segoviano Javier de Andrés. «Lo de las tarjetas sí que es verdad, en parte, pero no está asociado a desplazamientos más o menos largos. A mí me encantaba jugar al fútbol y no quería perderme ningún partido». Reconoce Maroto que en sus primeros años de futbolista «me creía más de lo que era, no me lo tomaba en serio y era poco humilde». «Cuando todo el mundo te dice que tienes unas condiciones fenomenales, a veces no valoras lo extraordinario que es eso, y cuando te quieres dar cuenta es tarde», asegura. Después del ascenso de la Gimnástica en la temporada 98-99, Maroto anuncia su retirada. «Me dijo Endériz – el entonces entrenador – que no me retirara, que lo iba a echar de menos y no le hice caso. Creo que me convertí en entrenador por seguir enganchado al fútbol», evoca.

Como entrenador, Maroto intenta aplicar las enseñanzas de Miguel Polo, ex compañero y entrenador suyo en una breve etapa en el Rayo Majadahonda. «Me satisface más reconducir a un jugador, que hacer que luzca un futbolista que puede hacerlo con cualquiera que lo entrene», sostiene Maroto. Durante su etapa como preparador es partidario de los ciclos de tres temporadas y, aunque tiene ofertas para ir más allá del Real Sitio de San Ildefonso, su trabajo en la Diputación de Segovia condiciona su tarea como entrenador y opta por limitar su presencia en los banquillos.

Foto: Partido de la Gimnástica Segoviana y el Atlético de Madrid en Los Ángeles de San Rafael en la pretemporada del ejercicio 1989 -90 En la foto Paco Maroto como capitán de la Gimnástica junto a Paulo Futre y Jesús Romano como árbitro principal/ De Antonio