La Gimnástica Segoviana CF ha vuelto a caer en su propio feudo y de la peor manera posible: en el último suspiro. Los nervios del arranque, las imprecisiones en momentos puntuales y la falta de puntería siguen condenando a un equipo que se deja la piel en el césped y que está siendo presa del infortunio. La derrota de este domingo (0-1) ante el Bergantiños no es más que la escenificicación del momento actual del equipo, con los jugadores agarrotados y sin desarrollar todo el potencial que tienen en sus botas.

La puesta en escena del equipo no fue buena. Manu González dio entrada a Rahim por el lesionado Rubén manteniendo a Adrián, Javi Marcos y Mansour;  colocó a Nogueira en la primera línea de creación, escoltado por Manu y Cidoncha; con Arribas y Szymanowski de volantes y Adeva como referencia ofensiva. Respondió la afición que se dio en buen número en La Albuera – cerca de 1.200 espectadores – que arroparon al equipo cuando hacía falta y que no le reprocharon su nerviosismo cuando lo hubo, ni su falta de acierto cuando existió. Imprecisiones en los pases, pérdida del esférico en casi todas las pugnas y sensación de fragilidad fueron las notas predominantes del primer tramo de partido. El Bergantiños, con una presión muy alta dificultó extraordinariamente la salida de balón de los segovianos y apretaron a Carmona, que tuvo que trabajar a destajo desde el inició. El paso de los minutos, sin embargo, mejoró a la Sego y Szymanowski pudo marcar en una gran jugada individual por banda después de un envío profundo de Manu. El guardameta gallego, Santi Canedo, se encargó de desbaratar la opción local. Un remate de cabeza desviado de Mansour a la salida de un corner y un disparo raso de Arribas fueron opciones reales de gol para los segovianos, que también pudo marcar en un mano mano escorado de Adeva y el consiguiente disparo de Nogueira. Eran los mejores minutos de la Sego, hasta que un error en la salida de balón de Carmona – desasistido por sus compañeros que no le ofrecían suficientes líneas de pase – acabó con una intervención casi milagrosa del propio cancerbero gimnástico para evitar el primer tanto gallego.

Tras el descanso, poco fútbol 

A la vuelta de los vestuarios el partido tornó en tedioso, como sin alma. Llorente y Juan de la Mata entraron al campo por Arribas y Nogueira y el público apretó ondeando las banderas azulgrana que les había entregado la directiva del club en la entrada del campo.  Un disparo flojo de Nanclares, que acababa de saltar al césped en lugar de Cidoncha, fue lo único que pudo llevarse a la boca el espectador en los veinticinco primeros minutos de segunda parte. Creció entonces el Bergantiños, que tuvo más fe en la victoria. Un balón que, rebotado, terminó en el larguero en el 75 y un paradón de Carmona en el 88 fueron la antesala de la tragedia. Un saque de esquina, otra gran intervención de Carmona que no puede sujetar un remate a bocajarro y el gol de Martín Lamelas para que los suyos sumen los puntos. Ni un posible penalti cometido sobre Adeva minutos atrás, ni el palpable esfuerzo del equipo lograron ocultar la decepción del público, que se marchó a sus casas consternado por haber perdido, otra vez, en el minuto noventa.

Solo queda levantarse y que los jugadores logren quitarse los miedos y la responsabilidad que los atenaza. Las bajas, importantes, no son esgrimidas como excusa por cuerpo técnico o plantel y el esfuerzo de los jugadores es tan notable como, a la vista está, infructuoso. Solo cabe levantarse sobre la premisa del trabajo y del esfuerzo. Hoy La Albuera demostró que está para apoyar al equipo, y ahora les toca a los jugadores.  Arenteiro espera el domingo en una final ya en noviembre. La primera de muchas.