La Gimnástica Segoviana escenificó este domingo en noventa minutos todo lo malo y todo lo bueno de lo que es capaz. En su primer tiempo ante el Marino volvieron las imprecisiones y los nervios, que trajeron silbidos de un reducido sector de La Albuera demasiado cortoplacista.

En la segunda parte, por contra, la Segoviana aplicó la determinación, vocación ofensiva y efectividad necesaria como para doblegar a los asturianos hasta el (4-1) final. Los goles de Manu, Cidoncha de penalti, Mansour y Gómez llevaron la tranquilidad al respetable, sacan a la Sego del descenso en su grupo de la Segunda RFEF y permiten afrontar a los pupilos de Manu González dos partidos fuera de casa antes de terminar el año (Llanera y Palencia) con opciones de disfrutar de los turrones alejado de la quema.

El once gimnástico, sin sorpresas 

No tenía muchos efectivos Manu González como para hacer malabarismos con el once inicial y las bajas por lesión de Rubén y Borrego, más los sancionados Javi Marcos, Nanclares y Adeva dejaron vía libre a Rui, Llorente y Arribas, que cumplieron en la faceta que el preparador les encomendó.

Así las cosas Carmona volvió a la portería después de la presencia de Lombo en Copa; Adrián, Rui, Mansour y Rahim ocuparon la zaga. Nogueira, Manu y Cidoncha poblaron la medular con Szymanowski y Llorente por las alas y Arribas en punta. El Marino, por su parte,  apostó por contemporizar de inicio planteando una línea de tres atrás bien arropada por carrileros no demasiado profundos a la espera de sorprender a la Gimnástica con alguna transición o balón parado.

Mal arranque y gol tempranero en contra

Nada de lo que hizo la Gimnástica en la primera media hora de partido recordó al equipo valiente y decidido del partido del Mallorca. El Marino, conservador, cortocircuitó la creación gimnástica y sacó petróleo de su único tiro entre los tres palos del encuentro. Una jugada individual de Diego Díaz por la izquierda de su ataque terminó con un tiro cruzado ante el que nada pudo hacer Carmona.

Apenas habían pasado diez minutos y la Segoviana ya estaba por debajo en el marcador. Los nervios, las imprecisiones y los balones atrás irritaron a un sector de La Albuera que no entendió, o no quiso entender, que la elaboración del juego y las pautas para sacar la pelota de atrás son innegociables y el patadón prohibido en el catecismo gimnástico.  El atasco de la Sego era monumental.

Manu, el gigante de Riaza

Manu Olmedilla es un mediocentro atípico: no tiene cuerpo como para ser pivote defensivo y no tiene la calidad suficiente como para ser el primero en la salida de balón, pero gana la mayor parte de las disputas, es capaz de dar el último pase e incluso tiene aguante para descolgarse por banda derecha y picarle una pelota al portero del Marino para hacer el empate. Dedo al escudo, plancha en el césped de la Albuera y puñetazos de rabia al suelo antes de la llegada de sus compañeros a festejar el tanto. Nada más marcar Manu, el riojano Ojeda Beaumont mandó a los veintidós a descansar. Gol psicológico, como la peña gimnástica.

A la vuelta de vestuarios, ciclón azulgrana

En la reanudación y sin tiempo ni de sentarse para los espectadores que no podían evitar moverse para no quedarse helados, penalti por mano en el área visitante. Cidoncha agarra el cuero asumiendo responsabilidad, lo deposita en los once metros y con maestría distrae a Buru cambiando el esférico de palo. El portero a un lado y la redonda para el otro. Dos minutos de juego real y  la Segoviana pasa de ser una verbena a una orquesta sinfónica. Así es el fútbol.

Con el viento a favor la Sego se aventuró con más solvencia al ataque, dejó las urgencias y los miedos en la recámara y castigo la espalda de la defensa asturiana, que tuvo que dar un paso adelante para buscar el empate. No tuvo opción alguna el equipo de José Manuel Mendez, porque sin que se agotaran los ecos del gol de Cidoncha, Mansour mandó a la red con un cabezazo imperial un envío desde la esquina del propio Cidoncha. Desde Anel no se veía un poderío rematador similar en la Gimnástica.

El Marino apenas inquietó a Carmona

Los cambios dieron más balón todavía a la Gimnástica – salieron Juan de la Mata, Borao y Conde – aunque el Marino tuvo su oportunidad de acortar distancias con un esférico que no encontró rematador en el segundo palo.  Pese a la renta de dos goles y quizá por el masoquismo de la parroquia gimnástica que nunca  ve las cosas resueltas, dio la impresión de que el partido podría torcerse más que nada por la prórroga del Mallorca, que castigó a los jugadores segovianos.

Gómez volvió de su lesión para sujetar la pelota y el punta , en cinco minutos metió dos goles – uno anulado – fue vitoreado por sus compañeros y el público y lloró de la emoción por volver a pisar el césped y sentirse jugador de fútbol. Un grande el bueno de Gómez, que no hace más que recoger los frutos de una profesionalidad a la altura de cualquier jugador de Primera División.

Tarde redonda y fuera del descenso

La tarde heladora le quedó bien dulce a la Gimnástica. Remontó, anotó cuatro tantos – cuatro – recuperó a Conde y Gómez para próximas batallas y salió del descenso en una competición muy exigente: La Segoviana mantiene seis puntos con el último clasificado – ocupa la décimo segunda plaza –  que son los mismos que le separan de la promoción de ascenso, que ocupa en último término el Leganés B con veintidós.

Los dos próximos partidos como visitante pueden ser determinantes a la hora de calibrar las verdaderas aspiraciones de la Segoviana porque de ganarlos se arrimará a la parte noble y de perderlos volverá a sufrir las angustias de los integrantes del purgatorio.