Todo fluye. Un equipo generoso en el esfuerzo y una afición entregada. Las lesiones empiezan a azotar al plantel, pero los jóvenes salen al verde y cumplen. La Gimnástica cabalga hacia una temporada histórica con dieciocho puntos en diez jornadas y después de derrotar al Atlético de Madrid B en la primera jornada (1-0) y a la UD Melilla este domingo en horario matinal (2-1) ante 1.892 espectadores, estableciendo un récord de afluencia de público en partido de Liga. La venta anticipada para socios y el día del patrocinador, promovidos por el club, causaron el efecto deseado y La Albuera animó, apretó e impulsó a su equipo en los buenos y en los malos momentos del partido, que de todo hubo.
La Segoviana ganó al Melilla porque fue mejor, porque aprovechó sus ocasiones desnudando las carencias de una defensa melilllense poco habitual ante la baja de dos de sus efectivos y en base a un esfuerzo sobrehumano de todos y cada uno de sus componentes. Todos los de azulgrana que entraron al partido salieron vacíos. Ya lo ha dicho muchas veces el cuerpo técnico de la Sego: El esfuerzo no es negociable.
Once con ausencias
Borao con una rotura de fibras, Dani Arribas con problemas en el sóleo, Carmona con un edema en el peroné y Arévalo con anginas causaron baja, lo que propició la entrada en en acta de los juveniles Héctor Oliva y Lara para completar un banquillo con una media de edad de 20 años.
Ramsés Gil hizo debutar a Julen Pagola, con Adrián, Javi Marcos, Óscar de Frutos y Rubén en defensa; Manu y Fer Llorente; Hugo Díaz, Acuña, Borrego y Gómez como estilete. Fueron saliendo al partido: Arranz, Ivo, de la Mata y López reemplazando a compañeros exhaustos. El Melilla, por su parte, tuvo que recomponer la defensa ante las bajas del expulsado Moi Rodríguez y los lesionados Dani Martín y Migue García. Jordan ocupó el sitio de Moi cuajando una notable actuación como central y lateral izquierdo, pero Ali sufrió las arremetidas de Adrián y Acuña y fue sustituido al descanso. Sergio Pérez, Braun, Pepe, José Antonio y el mencionado Jordan fueron los mejores de su equipo, que no maravilló en La Albuera, más bien al contrario.
Un minuto de silencio y se desata la locura
Después de un sentido minuto de silencio por los padres de Mariano González y Adri Pérez, el ex directivo Ramón de Andrés Jubera y la pequeña Olivia, arrancó un partido que, bajo la dirección del asturiano Carbajales Gómez, no dio un minuto de tregua. Empezó mejor el Melilla gracias al talento de Jose Antonio y Sergio Pérez, que parecían con ganas de amargar la tarde a la parroquia gimnástica. ‘Un primer disparo de José Antonio, libre de marca, no encontró portería por un palmo, lo que llevó la incertidumbre a la grada.
Pero la Sego esta temporada no se acogota ante nadie y empezó a lanzarse a un ataque feroz como si quedaran dos minutos en vez de 80. La tuvo Borrego en un balón al segundo palo y que remató forzado el salmantino. Acuña tuvo una falta lateral que a punto estuvo de sorprender a Salcedo, guardameta melillense, y Hugo Díaz remató blandito un balón suelto en la frontal
Jarro de agua fría
Con Adrián y Acuña torturando a Ali y a Gómez ahogando la salida de balón y obligando al central Fran Serrano a jugar en largo, llegó el zarpazo melillense. Un balón sin aparente peligro lo agarra Sergio Pérez por el costado izquierdo de su ataque, conduce ante la permisividad local y de un disparo cruzado que sorprende a Pagola lo aloja en el marco gimnástico. El Melilla recibía premio a la pegada, que no al juego.
Pero la Sego es inasequible al desaliento. Ramsés no deja a sus jugadores ni un instante de relajación desde la banda. Una pérdida en el centro del campo visitante, Borrego habilita a Gómez y gol del nueve gimnástico. En esta categoría los errores se pagan con goles. Con el gol del empate en el minuto 40 llegó un pequeño armisticio y ambos conjuntos parecieron esperar a que llegara el descanso y replantearse, o no, su situación en la cancha.
Acuña desequilibra en la segunda parte
El paraguayo Acuña salíó del campo en el minuto 60 como los toreros, por la puerta grande. Con el público en pie y jaleado como si fuera el salvador de la patria. No son solo los goles – dos con el de hoy – sino su actitud lo que lo encamina hacia el Olimpo gimnástico. Después de marrar hasta cuatro ocasiones claras en Cerdanyola y perdonar el penalti en Navalcarnero, Acuña necesitaba ver portería. Un balón desde la esquina ejecutado por Llorente coge aire y pasa de largo, allí lo recoge Javi Marcos que, ante la pasividad de la defensa visitante pone un centro raso y a priori carente de peligro. El balón, manso, pasa por delante de una docena de piernas hasta que Acuña lo empala lejos del alcance de Salcedo. Aquí la culpa ya no fue de Ali, que se había quedado en la caseta en el intermedio.
El Melilla, sin respuesta más allá del balón parado
Con solo cuatro minutos de juego del segundo parcial, el Melilla tenía tiempo de responder, pero de hecho tardó en hacerlo. El empuje, la acumulación de efectivos en ataque y el desgaste de los azulgrana propiciaron que los visitantes generaran peligro a balón parado. La mayor parte de la decena de saques de esquina de los que dispuso el equipo visitante quedaron en nada salvo uno, con un remate a la base del palo de Pagola y un barullo que pareció interminable de pies que querían meter el balón en la portería y otros que, lógicamente, querían alejar el peligro.
Miguel Rivera, entrenador del Melilla, fue dando entrada a hombres de refresco que no terminaron de funcionar. Ni José Enrique, que salíó tras el descanso, ni Javi Pérez, Fran Núñez o Nico Santos , cambiaron para bien el color del partido para el Melilla que sumó su tercer partido sin ganar y se marchó con la sensación de que este domingo, en La Albuera, no supo paliar el vendaval ofensivo que le planteó la Sego, a veces con cierto desorden, todo hay que decirlo.
La Gimnástica se marcha al parón del próximo fin de semana con dieciocho puntos de treinta posibles y asentando plaza en zona de Fase de Ascenso a Primera RFEF. La parroquia, encantada y pensando si lo de jugar a las 12.00 de la mañana tampoco es tan mala idea, la directiva feliz de comprobar que las iniciativas para incentivar la presencia de aficionados funcionan, y el entrenador, Ramsés Gil, descontando los puntos que quedan para alcanzar los 43 que hicieron falta el pasado curso para lograr la permanencia. Próximo destino, La Palma, dentro de quince días. Y después el Villanovense en La Albuera.