El fútbol tiene la capacidad de emocionar a millones de espectadores por espectáculos como el que ofrecieron este miércoles la Gimnástica Segoviana y el Zamora CF. No son equipos llamados a ganar títulos – más allá de los correspondientes a una categoría como la Tercera División – pero ofrecieron en La Albuera a los 1.207 espectadores que allí comparecieron una tarde de despliegue físico y respeto a una camiseta que no desmerece a ninguno de los encuentros que puedan disputar entidades de mayor tronío presupuestario. El empate final (1-1) no puede considerarse justo, puesto que la Gimnástica sorprendió a su rival con un planteamiento que maniató a su linea de creación, y le convirtió en un equipo vulgar con el balón, algo impensable en un conjunto que gobierna con mano de hierro el Grupo VIII.   El Zamora empató en la última jugada, con el tiempo de alargue más que cumplido, y dejó a los aficionados que arroparon incondicionalmente a la Sego con la sensación agridulce del que sale del Municipal orgulloso de sus jugadores, y cabreado con el árbitro.

Manu González era perfectamente consciente de que la preparación física del profesional Zamora CF era a todas luces mejor que la de los locales, y más teniendo en cuenta que contaban con un día más de descanso después del compromiso liguero. Quizá por eso o por sorprender a su homólogo, Movilla, planteó un partido con el equipo algo más conservador que en otras oportunidades, ofreciendo el balón al Zamora e intentando aprovechar las transiciones. Para ello entregó el número 8 a Astray y dotó de galones a Conde, que por momentos recordó al de la temporada pasada con cambios de juego de 30 metros que con precisión quirúrgica habilitaba a Sales por un lado o a Arribas por el otro. La Segoviana buscó los costados, acogotó a la zaga zamorana, y bien pudo adelantarse en el marcado amparándose en el empuje y la garra. Los visitantes, por su parte, sorprendidos por el planteamiento local tardaron en aproximarse a la portería de David, y sus acercamientos distaron mucho de ser peligrosos, salvo en contadas ocasiones. Tuvo que ser Conde, el mejor de los locales en el primer tercio de partido, el que con un disparo duro desde la frontal puso en franquía a la Gimnástica y enseñó a todo el que quiso verlo que el Zamora no era invencible.

Con la victoria parcial arrancó la segunda mitad, y pronto se vio que la Segoviana sufriría en la recta final del choque. Con varios jugadores segovianos acalambrados durante buena parte del segundo tiempo, el Zamora aprovechó su fortaleza física para tomar el mando y, sin generar  mucho peligro, forzar aproximaciones que inquietaron a una defensa Gimnástica que rayó a un excelente nivel durante todo el envite. Pese a ello, pudo la Segoviana matar el partido si los hombres de vanguardia del conjunto local hubieran estado lo suficientemente acertados como para culminar las ocasiones de las que dispuso el equipo. Gómez, Astray o Arribas pudieron marcar, pero ese tanto que sin duda hubiera sentenciado el partido, no llegó. Sí lo hizo el gol del Zamora, en su único disparo con peligro entre los tres palos, en el minuto 7 de prolongación de los 6 marcados, y con el público efervescente por la expulsión de Calleja pese a no estar jugando, y los malos modos del entrenador foráneo desde la banda que tuvo algún que otro encontronazo verbal con el banquillo local.

Con el empate, la Gimnástica firmó sus primeras tablas de la temporada, suma un punto más de renta sobre el Burgos Promesas y presenta su candidatura al ascenso. No es fácil que pase un rival mejor que el Zamora por la Albuera esta temporada. Ahora, y sin tiempo para lamentarse llega el Bupolsa el domingo con la titánica tarea por delante de recuperar físicamente a unos jugadores que después de un esfuerzo como el del partido con el del Zamora, madrugan al día siguiente para ir a trabajar.