La Gimnástica Segoviana abusó en el marcador – no tanto en el juego – de un Real Ávila que presentó credenciales de equipo con el cuajo suficiente como para aspirar a grandes cosas en su presencia en La Albuera. Los goles de Mika y Álex Conde (2) dignificaron el Clásico de Castilla y confirmaron punto por punto el motivo de su llegada a Segovia: marcar las diferencias.

Con más de 1.800 espectadores poblando las gradas en una tarde de veroño con hasta 26 grados de temperatura, ambas escuadras presentaron sus armas desde el inicio. Con una intensidad impropia del calor reinante, tanto los azulgrana como los encarnados – de blanco para la ocasión – evidenciaron que la especulación no forma parte de su vocabulario futbolístico. Aproximaciones a ambas porterías en situaciones peligrosas llevaron al desconcierto a ambas defensas que solventaron la papeleta como pudieron ante los arreones de las segundas líneas de ambos contendientes. Manu González, preparador gimnástico, introdujo a Mika en el once por primera vez buscando su talento para el remate y en el minuto siete de partido a punto estuvo de atinar con la portería de Nauzet en la ocasión más clara hasta el momento.

Los abulenses, comandados por un gran Javi Mesa, batallaron por hacerse con la medular en la que Manu y Asier se multiplicaban para contrarrestar los detalles de calidad del diez abulense. Un lanzamiento alto de Dani Arribas, seguido de otro disparo desviado de Asier mostraron  – en torno al minuto 24 – que la Segoviana no iba a dejarse achantar por el poderío visitante. La pausa para la hidratación sosegó los ánimos y el plácido discurrir hasta el túnel de vestuarios solo se vio alterado por el percance de Asier Arranz, que tuvo que ser sacado del campo en volandas después de lo que parecía una lesión grave de rodilla. Después de una primera exploración, podría llegar a descartarse la rotura de ligamento cruzado, aunque habrá que ver la evolución de la articulación del segoviano en las próximas horas.

En la reanudación, y con Domingo en el campo sustituyendo al dolorido Asier, la Gimnástica tomó las riendas del centro del campo para no dejarlas ya. Una subida de Adrián – en su despliegue físico habitual – culminó con un envío preciso a la cabeza de Mika que en un escorzo espectacular puso el balón de cabeza lejos del alcance de Nauzet. Golazo. El Ávila, herido en su orgullo, apeló a Mesa que mostró grandes dosis de talento, y que estuvo abandonado a su suerte por unos compañeros que no estuvieron a su altura en muchos momentos. Solo Iván Vila como referente de ataque mostró capacidad de hacer daño a la Gimnástica.

Con el Ávila jugando a la ruleta rusa y pegándose con el muro defensivo de Anel – otra vez imperial – y Charly, acompañados por un excelente Rubén y un trotón Adrián, apareció Álex Conde para mandar el partido a la nevera. Conducción elegante, colocación buscando el perfil bueno de zurda y zapatazo a la escuadra. Imposible para Nauzet. Los siguientes viente minutos fueron de relleno con una Segoviana gustándose a la contra y mostrando a un Nauzet excepcional desbaratando ocasiones de Abad o Ivi, que entraron en los cambios en la segunda parte. Nada pudo hacer el cancerbero visitante, de nuevo, ante Álex Conde que aprovechó un balón suelto en el área para hacer el tercero.

Con el resultado, la Segoviana se arrima a la primera plaza, da una alegría a su afición que ayer respondió como en las buenas tardes, validó el trabajo de una directiva que curró  hasta la extenuación para que El Día del niño y el Clásico de Castilla fuera lo que por historia se merece, y sirvió como homenaje perfecto a José María González Chema , al que se le entregó una placa en los prolegómenos del choque, y que ejemplifica a la perfección los valores gimnásticos después de su amplia trayectoria en el club jalonada con tres títulos de liga. Por cierto, fenomenal la predisposición de la Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Local, Bomberos y Ejército de Tierra para mostrar a los más pequeños, algunos detalles de su trabajo diario en los exteriores del campo de la Albuera.

Crónica: Javier de Andrés

Foto: Juan Martín