La Gimnástica lo hizo casi todo bien ante el Villarrobledo, pero las eliminatorias las gana el que más goles marca, y la Segoviana adoleció de la pegada que evidenció durante la temporada. Agus Alonso, Dani Arribas y Mika se estrellaron una y otra vez con el guardameta visitante, Javi López, que demostró estar siempre bien colocado bajo palos, y con la determinación suficiente como para desbaratar el puñado de ocasiones con las que castigó el cuadro local al equipo manchego. La Segoviana pierde el tren del ascenso ante más de 3.000 espectadores en las gradas, pero la ovación final del respetable mandó a los pupilos de Manu González a la caseta después del pitido final con la sensación de que, al menos, lo habían dado todo sobre el césped.
La Gimnástica planteó un partido a dolor, de ida y vuelta desde el arranque. Con cuatro atrás, Manu y Juan de la Mata de escuderos de los centrales Javi Marcos y Anel. Con Quino en la creación, Arribas y Mika volcados a los costados y Agus Alonso en vanguardia. Si no fuera porque el delantero vive del gol y Agus se encontró con un antagonista mayúsculo en la figura de Javi López, podría decirse sin lugar a dudas que el Charrúa de Zaragoza hizo un partido excelso: zafándose con el central de turno, descargando a las bandas para las incorporaciones de extremos o laterales y rematando en todo tipo de posturas cada balón que le rondaba. De esta manera Agus probó a López con la derecha, la izquierda, de cabeza y de tijera, pero la pelota no quiso entrar. Mika, por su parte, destacó más por el trabajo oscuro, perdiendo llegada, pero facilitando a sus compañeros de segunda línea que progresaran en su búsqueda de Alonso. Al final, y a la heroica, el pundonor del cántabro estuvo a punto de llevar como premio el gol, pero tampoco encontró la manera de batir al portero visitante.
La primera parte fue intensa, con ritmo y con un público enfervorecido que demanda fútbol, espectáculos deportivos de empaque yq ue supo valorar el esfuerzo de sus jugadores. Enfrente, cerca de doscientos aficionados del Villarrobledo a los que solo se les escuchó cuando su equipo se puso por delante bien avanzado el partido.
Tuvo suerte de irse al descanso el Villarrobledo con empate a cero, después de un par de ocasiones claras de Agus Alonso y otros acercamientos con peligro de Dani Arribas. Quizá por eso, el preparador visitante introdujo un cambio táctico que otorgó más poderío en el centro del campo a su equipo. Fruto de ese cambio, los visitantes dispusieron de sus mejores minutos y sorprendieron a una Gimnástica que tardó algo en sobreponerse. Corría el minuto 10 de la reanudación y la Gimnástica empezó a acogotar al Villarrobledo con arreones angustiosos, saques de esquina consecutivos y avasallando a un rival que no sabía cómo sacudirse el dominio local. Pero, y es lo que tiene el fútbol, primero Huertas con un disparo que pegó en un contario y que Facundo despejó con reflejos y luego Montero con un balón suelto en la frontal que colocó en las mallas lejos del alcance del guardameta uruguayo, demostraron que el fútbol, muchas veces, es un deporte cruel. Desde ahí y hasta el final, la Segoviana siguió intentándolo pero con más corazón que cabeza, con pocos recursos y cada vez menos fe. Las entradas de los mermados Asier y Conde dieron profundidad al equipo, pero ni siquiera el apoyo incondicional de los aficionados hizo que el equipo al menos anotara un gol.
La Segoviana se queda sin ascenso, está abocada a un año más a la Tercera y los 3.067 espectadores que llenaron la Albuera se marcharon tristes por la derrota y orgullosos por lo bien que los jugadores de la plantilla gimnástica les representaron sobre el municipal. Al menos queda eso.