La Gimnástica Segoviana perdió su imbatibilidad en casa con una derrota por la mínima (0-1)  ante un rival de marca mayor, y ante 1.113 espectadores que sufrieron estoicamente el intenso frío de la tarde noche del jueves. La Arandina demostró por qué es uno de los equipos menos goleados de toda la Tercera División, y resolvió el partido gracias a que supo aprovechar la mejor – y casi la única –  ocasión clara que tuvo.

El encuentro marcó de inicio una batalla titánica por el centro del campo que no encontró un claro ganador, por mucho que por momentos el dominio alterno mostrara mayor presencia de uno u otro equipo. La ausencia de Conde en el equipo inicial azulgrana, motivada por unas molestias que arrastró toda la semana, le privó al equipo segoviano de la clarividencia en los tres cuartos que le hubiera permitido asustar a la sólida y contundente zaga ribereña. El esfuerzo de Mika en la presión y la angustiosa refriega por el control de la medular por parte de Manu y Asier, acompañados por Juan de la Mata se vieron compensados por un despliegue de fuerza casi antinatural de un equipo burgalés intenso en la presión, despiadado en la transición y generoso en el repliegue.  Cuando los visitantes tomaban al asalto la zona ancha, Facundo mostraba una extraordinaria solvencia en los balones al corazón del área que buscaban la amenaza de Rubiato y Adeva, y si el manejo era azulgrana, la batalla de Mika con los centrales era mayúscula, y con poca ventaja para el ariete cántabro.

El ritmo era tan agotador, y con tan poco margen para la pausa, que el colegiado mandó un minuto antes de tiempo a los equipos al vestuario, ante el estupor de los espectadores y la perplejidad de los jugadores. En la reanudación, los banquillos empezaron a moverse y con la entrada de Quino por Adrián, la Segoviana disfrutó de sus minutos más incisivos, aunque lo cierto es que el guardamenta visitante apenas tuvo trabajo que llevarse a los guantes. Cuando mejor estaba el equipo segoviano, la Arandina amenazó con un disparo alto en buena posición del recién incorporado Escudero que atemperó las ansias segovianas, a las que pareció empezar a faltar la gasolina para aguantar el ritmo salvaje. En estas circunstancias, y a la salida de un balón parado desde un costado, una pugna por todo lo alto entre Rubiato y Anel se decantó del lado visitante y el envenenado remate de cabeza se coló en la portería azulgrana. Corría el minuto ochenta, y según estaba el partido de igualado y vista la condición física de unos y otros, el gol apuntaba a definitivo.  La Gimnástica nunca se rindió, percutió con más corazón que fondo físico apoyado en un Conde mermado, y demostró que tiene tanta actitud como talento, aunque en la noche del jueves pintara en bastos. La expulsión de Javi Marcos, que recibió la segunda amonestación en una jugada en la que le pisaron el tobillo, terminó con las opciones gimnásticas, que encontraron en el aplauso del respetable ante el esfuerzo evidente, el consuelo del que quizá no hizo méritos para ganar, pero tampoco para perder.

La Arandina mostró profesionalidad, entrega y oficio ante una Gimnástica que no le anduvo a la zaga, aunque el presupuesto de ambos esté lejos de ser parecido. En rueda de prensa, Manu González reconoció que sus pupilos no supieron «buscar los espacios». «Hoy no salió bien, pero seguiremos peleando hasta el final. El equipo lo ha dado todo», expuso el entrenador madrileño. Las caras de los jugadores segovianos mostraban pesar al finalizar el partido por la oportunidad perdida. Pese a la derrota, los aficionados se marcharon satisfechos del esfuerzo de sus jugadores reconociendo la magnitud del rival. Los tres puntos viajaron en autobús a Burgos, la ilusión por el título de liga sigue en La Albuera. Todavía hay mucha tela que cortar, y el primero paso es en Bembibre el domingo. A por ello.