Elvira Sastre escribe poesía desde los doce años y pese a su juventud (Segovia, 1992) es una de las poetas más reconocidas de España. Ganadora del premio Emiliano Barral a edad temprana, su traslado a Madrid motivado por los estudios la introduce en el mundo literario hasta que en 2013 ve la luz su primera publicación: «Cuarenta y tres formas de soltarse el pelo». Con«Baluarte» en 2014 da el salto a América Latina. Compaginándolo con la traducción de obras literarias – otra de sus pasiones – Elvira ha trabajado con el grupo musical Vetusta Morla o traducido a maestros de la literatura como Óscar Wilde, entre otros muchos trabajos. Además, Sastre ha participado en ferias del libro como la de Bogotá (Colombia), Buenos Aires (Argentina) o Madrid e impartido conferencias en universidades de Estados Unidos. Colaboraciones en el diario El País desde 2018 y los premios Biblioteca Breve por su primera novela llamada «Días sin ti»; «Sombra del Ciprés 2018» y «Premio Joven Solidario DO La Mancha» marcan su trayectoria. En 2019 aparece en la Revista Forbes dentro de la lista: «Los cien más creativos» y en los últimos tiempos hemos podido verla en televisión, en una campaña de la cerveza Alhambra. Su trabajo la aleja de Segovia buena parte del año, pero no renuncia a sus orígenes y siempre que puede acepta las invitaciones que la traen a su ciudad, como la que le hace llegar la Gimnástica y que acepta «con muchísima ilusión».
Gimnástica Segoviana CF: Cuando ascendió la Gimnástica Segoviana a Segunda RFEF lo celebró en redes sociales. ¿Es usted futbolera o era más una exaltación patriótica que otra cosa?
Elvira Sastre: Cuando la Sego ascendió lo celebré por una cuestión de piel. No he seguido la trayectoria del equipo más allá de las noticias locales, pero me hizo mucha ilusión. Ese tipo de logros, los ascensos de los equipos humildes, los vivo mucho más que los de los grandes. Es algo emocional. Tengo una relación intermitente con el fútbol. De pequeña era mi pasión absoluta: he ido a estadios de fútbol, no me he perdido ningún partido los fines de semana y he jugado a la Quiniela. Sin embargo, cuando me fui de Segovia perdí un poco esa emoción infantil – adolescente y empecé a darme cuenta de todo el ruido que envuelve al fútbol: las peleas entre aficionados, los insultos en el campo, la obsesión por la victoria… Ahí, para mí, perdió el encanto. No lo entendía y sigo sin hacerlo. Sin embargo, hace poco lo recuperé: fui a ver un partido del Barça contra el Atleti femenino y lo disfruté muchísimo. El campo estaba lleno de gente de distinta edad y género disfrutando juntos sin agresividad. Ese es el fútbol que me gusta. Y tengo ganas de que se les dé más oportunidades a nivel de medios de comunicación porque creo que eso puede conseguir que el público se acerque cada vez más.
G.S: Si le pregunto por la Gimnástica entonces ¿Qué me puede decir de ella?
E.S: Es el equipo de mi ciudad y creo que casa a la perfección con lo que representa. Para mí, simboliza tenacidad, tesón, ilusión, constancia, esfuerzo. Son valores con los que me siento representada. Algo tienen los equipos humildes que triunfan que nos devuelven a la tierra y a la vez nos permiten soñar.
G.S: No parece que «pegue» mucho el fútbol con la poesía, una de sus especialidades. ¿El fútbol rima?
E.S: Pregúntale a mi amigo Marwán, que ha hecho más de un poema a Messi y al Barça, o a mi editor Chus, gran forofo del Atleti. Yo misma tengo entre mis lectoras a futbolistas de la selección de España y de varios países de América Latina. Hay prejuicios injustos relacionados con la poesía y solo basta con acercarse a ella para que caigan uno a uno. La poesía es ese género que puede hablar de cualquier cosa que nos provoque emoción. ¿Y qué es el fútbol?
G.S: ¿Qué tiene el fútbol para sacar nuestro orgullo de pertenencia y que no tienen otras cosas?
E.S. Emoción. Y la emoción puede resultar peligrosa cuando no la sentimos en la medida necesaria y sobrepasa los límites. Yo misma me he visto exaltada viendo partidos de fútbol y me he quedado hecha polvo después de una derrota. Son cosas que no me gustan, no debe ser así, o al menos así lo veo yo. El fútbol tiene valores preciosos como son la pertenencia a un equipo, la mano que ayuda al rival que se cae, la metáfora de que la victoria solo se consigue si todos se ayudan los unos a los otros. El orgullo de pertenencia es algo precioso siempre que no implique desdeñar al que vive al otro lado. Eso me asusta. Hay una línea muy fina entre una cosa y la otra y si no traemos los valores de casa podemos desarrollar ideas distorsionadas de lo que es la pertenencia después de ver un partido. Dejando eso claro, creo que sentirte parte de algo, sea lo que sea y vengas de donde vengas, es una suerte. Son numerosas las veces en las que nos vamos a sentir perdidos en la vida. Poder levantar la mirada, señalar y decir: eso también soy yo, eso también es mío, de ahí también soy yo, es para sentir orgullo.
G S: No es por nada, pero un club de 93 años como la Gimnástica lo mismo lo mismo da para un poema y todo… Ahí se lo dejamos…
E.S: E.S: Bucea en esta entrevista y seguro que sacas más de un verso ;).
G.S: La Gimnástica intenta crecer partiendo desde la modestia, como le ha pasado a Elvira Sastre en su trayectoria ¿Alguna fórmula mágica?
E.S: Con 93 años solo puedo rendirme a la evidencia de que el equipo tiene mucho más que enseñarme a mí de lo que yo le puedo a enseñar a él. Supongo que la clave está en no perder lo que hace a cada uno único. La Sego es modestia pura y dura. Le deseo que no la pierda nunca aunque esté en lo más alto.
G.S: La Gimnástica trabaja en la creación de un equipo femenino. Es un deporte en el que la mujer sigue peleando ante las adversidades… ¿Algún consejo para las niñas futboleras?
E.S: No creo que necesiten un consejo de mi parte, quizá más bien sea al contrario. Para mí las mujeres deportistas enarbolan la bandera más importante: la de la lucha por la igualdad. Cuando las escucho hablar, aprendo. Cuando veo sus triunfos, miro también lo que las ha llevado ahí, que es un camino muy diferente al de los hombres. Todas: desde las preparadoras físicas hasta las entrenadoras pasando por las jugadoras, las árbitras o las gestoras económicas. Siento cierta empatía porque el mundo de la literatura también pertenece a los hombres, pero es que el mundo, por desgracia, todavía pertenece a los hombres. En eso nos entendemos. Por mí parte solo me queda darles las gracias por cumplir un sueño que quizá yo, de pequeña, me hubiera atrevido a probar si hubieran existido las oportunidades y las infraestructuras de igualdad necesarias. El machismo también mata sueños. Me hace feliz verlas cumplir los suyos.
G.S: Cuando se está tiempo fuera de Segovia ¿Se ve lo de casa desde otra perspectiva?
E.S: Desde luego. Segovia para mí ya no es mi casa, es algo más importante: mi raíz. Tengo la suerte de tener dos hogares: uno donde está mi pasado y otro donde está mi futuro. Y en los dos vive mi presente. Es una fortuna, ¿verdad? Volver, tener un sitio al que volver: ese es mi triunfo.
G.S: ¿Pasar de la poesía a la novela fue un salto tan grande como parece? Algo así como del fútbol modesto al profesional. O más bien al contrario
E.S: No, afirmar eso sería infravalorar el género en el que más cómoda me siento, que es la poesía. La poesía es mi lenguaje, mi forma de ver el mundo y de enfrentarme a él, donde busco las respuestas, donde me hago las preguntas, a quien le cuento mis miedos y mis dudas y el único lugar en el que lloro a solas con cientos de personas. La poesía es comprensión, desahogo, un espejo. La novela es otra cosa. Para mí está más unida a la ciencia de las palabras, a la organización de las historias, a esquemas hechos con letras. La poesía es libre y la novela es una habitación cerrada. Pero es que a veces también me gusta cerrar la puerta y ver qué encuentro dentro de mí. He acudido a la novela cuando he necesitado soltar algo tan grande que no cabe en un poema. Tengo la suerte de contar con ambos géneros a mi lado.
G.S: Su trabajo le ha llevado últimamente a participar en un anuncio de una marca de cervezas ¿La poesía pasa por un buen momento?
E.S: La poesía siempre fue la misma, solo han cambiado los ojos que la miran. Tenemos la suerte de que aquellos que se empeñaban en convertirla en algo inaccesible han dejado algo de espacio que los que queremos que sea cercana a la gente hemos aprovechado. Intuyo que esto va a seguir así mucho tiempo.
Foto: Elvira Sastre posa con la bufanda de la Gimnástica Segoviana