Durísimo revés el de Ponferrada. Inmerecido para unos futbolistas que abandonaron el césped de El Toralín con lágrimas en los ojos después de dejarse todo ante un gran rival. Se nos parte el alma a los verdaderos gimnásticos.
Momento para poner los contadores a cero, sacar la raza, el ADN gimnástico, y dar todos el máximo para cambiar una dinámica que nos está castigando, igual que lo está haciendo el maldito invierno segoviano.
No pueden servirnos de excusa todas las circunstancias que nos hacen competir en inferioridad, eso nos debilita y nos hace mediocres. No lo somos. Toca llamar a filas a todos los gimnásticos para un reto maravilloso. Siete finales. Siete batallas para continuar con el sueño que nos hemos ganado a pulso vivir a base de trabajo, ilusión, y pasión por unos colores y un escudo. Para ello necesitamos la mejor versión de todos, o dicho de otro modo, «aquí no baja los brazos ni dios». Hasta el final, hasta el último pitido del último partido en Madrid. Llegaremos en la pelea con el aliento de nuestra gente. Que nadie se baje en marcha que estamos muy vivos, y somos gimnásticos.